Cambiar los hábitos alimentarios para salvarnos la vida y reducir el calentamiento global. Esta es la premisa del último informe de EAT-Lancet elaborado por 37 científicos de 16 países que ponen el foco en un modelo más saludable y sostenible, donde los productos de origen animal apenas tengan espacio, en pro de una dieta basada en el consumo de los alimentos vegetales.
Y es que, tal y como señala el estudio, los alimentos son una "palanca potente para optimizar la salud humana y la sostenibilidad de la tierra". Tanto es así, que el consumo irresponsable y descuidado de alimentos poco saludables conlleva unos factores de riesgo de mortalidad superiores a los que hay detrás del sexo sin protección, el alcohol y las drogas.
Por ello, la comisión científica encargada de elaborar el informe propone un giro en los patrones de consumo. Por ello, y porque las dietas insalubres basadas en el consumo masivo de carnes rojas suelen estar ligadas a un modelo productivo insostenible y nocivo para con el medio ambiente.
Más allá de la reducción de los alimentos de origen animal y los productos compuestos por grasas y azucares procesadas, el documento reclama un sistema en el que la producción de alimentos esté sujeta a unos "límites" que disminuyan "el riesgo de cambios irreversibles y potencialmente catastróficos para el sistema terrestre".
"Retrasar la acción solo aumentará la probabilidad de que haya consecuencias serias, incluso desastrosas"
De esta forma, los especialistas establecen una estrategia basada en cinco puntos y llaman a su aplicación "inmediata", apoyándose en la solidez de los datos científicos que muestran las implicaciones negativas que el modelo alimentario tiene para la salud y el planeta. "Retrasar la acción solo aumentará la probabilidad de que haya consecuencias serias, incluso desastrosas", advierten.
En primer lugar, requiere el documento, se precisa un compromiso internacional y nacional que permita implementar avances hacia dietas saludables. En ese sentido, se pone el foco en la inversión educativa que garantice que la población adquiera conocimientos en salud publica y sostenibilidad. Además, en este punto, el estudio pide cambios que permitan una mayor disponibilidad de los productos menos dañinos.
"Los alimentos son una palanca potente para optimizar la salud humana y la sostenibilidad de la tierra"
En cuanto a la actividad agrícola, la investigación establece una estrategia de reorientación que permita "pasar de producir grandes cantidades del mismo alimento" para apostar "por la biodiversidad" productiva.
En esa misma línea, se apuesta por una intensificación de la producción sostenible, en la que el trabajo agrícola no tenga un impacto negativo para la tierra y los pueblos que la habitan. Desde un punto de vista más técnico, se pide "una nueva revolución" que permita mejoras de la eficiencia del agua y "reduzca el 75% de las brechas de rendimiento en las tierras de cultivo".
Unas tierras de cultivo que no deben, en ninguno de los casos, expandirse. Tanto es así, que el informe de EAT-Lancet defiende que se alimente a la humanidad con los campos agricolas existentes.
Por último, la investigación exige una reducción de la pérdida y desperdicio de alimentos. "La reducción sustancial de pérdidas de alimentos en el lado de la producción y la reducción de desperdicios alimenticios en el lado del consumo es esencial para que el sistema alimentario mundial se mantenga dentro de un espacio operativo seguro", detalla.
Fuente: publico.es