lunes, 29 de julio de 2019

carta de la dirección de Podemos.

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Carta de Podemos a sus militantes
Creemos imprescindible informar a los cientos de miles de personas inscritas en Podemos de lo que ha ocurrido en los últimos tiempos, y, más en concreto, en estos últimos días, acerca de la investidura fallida de Pedro Sánchez.
Pero, para ello, primero es importante refrescar la memoria un poco.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Junio de 2018 – Impulsamos y apoyamos una moción de censura contra el Gobierno corrupto de Mariano Rajoy. Convertimos a Pedro Sánchez en presidente sin exigir nada a cambio.
Octubre de 2018 – Firmamos un acuerdo político y presupuestario con el Gobierno del PSOE que generó una ola de ilusión en amplias capas de la población. El contenido del acuerdo fue incumplido de manera flagrante por el Gobierno, a pesar de que muchas de las medidas no tenían relación directa con la aprobación o no de los Presupuestos Generales del Estado.
Febrero de 2019  El PSOE no consiguió articular la mayoría parlamentaria suficiente y el Congreso de los Diputados rechazó el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2019. Sánchez convocó elecciones generales anticipadas el 28 de abril.
Abril de 2019 – Tras una participación histórica, el resultado de las fuerzas de base electoral progresista superó claramente al bloque de las tres derechas.
N.º votosN.º diputadas/diputados
PSOE7.480.755123
UNIDAS PODEMOS3.732.92942

¿Qué ocurre a partir de entonces?
Mano tendida.
Una vez celebradas las elecciones municipales y autonómicas, ofrecemos al PSOE y a Pedro Sánchez nuestra plena disposición para formar un Gobierno de coalición entre ambas fuerzas políticas para intentar hacer políticas que mejoren la vida de la mayoría.
Este Gobierno debe construirse de manera proporcional a lo que el pueblo votó en las urnas.
¿Por qué nos empeñamos en eso?
Porque estos tres años de experiencia institucional nos han demostrado que es imposible aquel anhelo del 2015 de «gobernar desde el Parlamento». La realidad es que el diseño institucional del Estado otorga mucho más poder, capacidad e influencia al Gobierno que al Congreso y al Senado. Muchísimo más.
Lo comprobamos durante tres años de triquiñuelas, vetos, cupos limitados y declaraciones muy bonitas, pero que nadie cumple.
Las leyes se cambian con el empuje de las calles —el movimiento de pensionistas es un buen ejemplo de ello—, pero se materializan en el BOE. Y la capacidad de hacerlo desde el Gobierno es infinitamente mayor que desde la oposición. Lo comprobamos en nuestras propias carnes. De ahí nace nuestra insistencia en formar parte del próximo Gobierno.
¿Qué ha ocurrido en las «negociaciones»?
Durante estos tres meses, el PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, se ha negado en rotundo a valorar la posibilidad de un Gobierno conjunto con Unidas Podemos. Ha buscado descaradamente el apoyo de Cs y PP, objetivo que tampoco ha conseguido.
Poco a poco, el tiempo se agotaba y Pedro Sánchez apenas se movía de sus posiciones iniciales; planteaba «alternativas» y actuaba como si hubiera obtenido mayoría absoluta.
En ese contexto, con el plazo a punto de finalizar y cumpliendo con una de nuestras señas de identidad, convocamos una consulta ciudadana para decidir de manera colectiva qué hacer. Participaron en ella 138.000 personas y la opción de Gobierno de coalición obtuvo un amplio apoyo del 70%.
Y continuamos con la mano tendida.
Desde un primer momento, renunciamos a ocupar determinados ministerios denominados «de Estado», aunque tendríamos todo el derecho del mundo en función de nuestro resultado electoral. Las matemáticas son crueles con quien miente: obtuvimos la mitad de los votos y un tercio de las diputadas y diputados que obtuvo el PSOE.
Tras esta primera gran renuncia, el siguiente obstáculo fue un veto personal a nuestro candidato, algo sin precedentes en ninguna de las democracias de nuestro entorno. Como ya es conocido, nuestro compañero Pablo Iglesias renuncia a formar parte del Gobierno, a pesar de contar con el apoyo de casi cuatro millones de personas. La generosidad de Unidas Podemos y las ganas sinceras de formar Gobierno quedaban demostradas una vez más.
Renuncia Pablo Iglesias, pero el PSOE no quiere negociar
Tras la renuncia de nuestro candidato a la presidencia del Gobierno, el PSOE y Pedro Sánchez no tienen más remedio que asumir que el Gobierno debe ser compartido.
A partir de ese momento, cuando el sentido común dictaba que el nuevo Gobierno estaba más cerca que nunca y podría empezar a trabajar cuanto antes, el PSOE no muestra intenciones reales de negociar y traslada el debate a los medios de comunicación, mediante filtraciones interesadas, verdades a medias o, directamente, mintiendo ante los micrófonos.
Un ejemplo de ello fue enumerar una lista de ministerios sociales que, en algún momento de las conversaciones, nos habían ofrecido de manera individual y separada, como si los hubieran ofrecido conjuntamente, con el claro objetivo de engañar a la ciudadanía y hacerle creer que Unidas Podemos había rechazado una oferta muy generosa. Queremos dejar bien claro que este hecho nunca ocurrió, es rotundamente falso (no olvidemos que el Gobierno de España actualmente tiene 17 ministerios y Unidas Podemos obtuvo la mitad de los votos que el PSOE).
El colmo de la deslealtad y del uso de la mentira en política fue filtrar a los medios un documento de debate, modificado previamente en los ordenadores del propio Gobierno, y hacer creer a los medios de comunicación y a la población que ese documento eran las «exigencias» de Unidas Podemos.
A pesar de todo esto, y de las intervenciones en el propio debate de investidura que intentaron humillar a nuestro Grupo Parlamentario para forzar una ruptura de las negociaciones, decidimos continuar con la mano tendida. Prueba de ello fue nuestra abstención en ambas sesiones.
Poniendo por delante el interés general, y cediendo muchísimo, lanzamos una propuesta de última hora: renunciar al Ministerio de Trabajo, a pesar de su importancia para nuestro espacio político, a pesar de que acabar con la precariedad y los bajos salarios ha sido una prioridad absoluta para Unidas Podemos.
Somos conscientes de que esta propuesta está muy por debajo de lo que democráticamente expresó la gente en las urnas, pero, aun así, la realizamos, porque tenemos claro que el país necesita un nuevo Gobierno que trabaje y lo necesita ya.
Siempre la mano tendida.
Desgraciadamente, esta última propuesta también fue rechazada por el PSOE, que la tachó de «ocurrencia». Así está la situación en este momento.
Sin competencias reales
Sabemos que es duro, sabemos que hay muchas ganas de cambiar las cosas y las expectativas eran altas. Que en el Consejo de Ministras del Gobierno de España haya compañeras y compañeros de Unidas Podemos haciendo políticas diferentes suena muy bien, lo sabemos, pero no podemos caer en la trampa. No podemos aceptar carteras sin capacidad ejecutiva. Y esto no tiene que ver con intereses de partido, sino con los intereses de la gente trabajadora.
Pongamos un ejemplo: vivienda. ¿Para qué sirve tener el Ministerio de Vivienda si está vacío de competencias y no podemos parar los desahucios sin alternativa habitacional ni bajar el precio de los alquileres porque son competencias de Fomento y de otros ministerios? Necesitamos que haya un acuerdo y competencias suficientes para saber que el PSOE va a estar a favor de esas medidas.
No es oro todo lo que reluce. Si la pelea fuera por sillones, ya estaríamos sentados en ellos. Hubiéramos aceptado sin pestañear cualquiera de las ofertas de carteras sin competencias reales para hacer política. Pero no se trata de eso.
Queremos educación infantil para nuestras hijas e hijos, queremos pensiones decentes, queremos acabar con la precariedad y muchas cosas más, y por eso damos la batalla.
No nacimos para dar un Gobierno gratis a un partido que tantas veces ha traicionado a sus votantes, pero tampoco para ocupar puestos sin poder real que no cambien nada y nos conviertan en cómplices del sufrimiento diario de millones de familias. A pesar de que se intentó instalar el relato de que estábamos solo interesados o interesadas en sillones, la realidad ha demostrado que nuestro único interés está en la defensa de los derechos de la ciudadanía.
Hay tiempo por delante
Y, precisamente por eso, creemos que estamos a tiempo. Tenemos el objetivo claro y, además, sabemos que es urgente, que mucha gente no llega a fin de mes y no puede esperar más. Seguimos con la mano tendida a Pedro Sánchez y al PSOE para formar Gobierno.
A pesar de las humillaciones, a pesar de las provocaciones, seguimos con la mano tendida. Porque esto no va de emociones y egos. Si votáramos con las tripas y el corazón, el pacto sería imposible; pero estamos usando la cabeza, intentando estar a la altura de nuestro papel histórico y sin olvidar nunca que las 42 personas que se sientan en el Congreso de los Diputados no se representan a sí mismas. Representan los anhelos, las esperanzas y las necesidades de 3.700.000 personas y de muchas más que no nos votaron.
Hasta el 23 de septiembre hay tiempo, nosotros y nosotras nunca tiraremos la toalla para construir un país mejor.


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