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martes, 4 de junio de 2019

La culpa de Pablo Iglesias. Solo hay que ver un ratito la tele para darse cuenta de que a los que mandan en este país, los que de verdad mandan, solo hay una cosa que les da miedo: Podemos y Pablo Iglesias





Foto: El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en la XXXV reunión del Círculo de Economía de Sitges. (EFE)
Todos sabíamos que la negociación de gobierno iba a ser difícil. Presiones, campaña de descrédito, ruido interno y externo… El paquete completo. Sirvan de ejemplo la erupción mediática del falso informe PISA en 2015 y la cuenta 'fake' en Granadinas en plena negociación de 2016.
Es una lástima que toda la gente de Podemos no se tome este partido la mitad de en serio que se lo toman los que mandan en este país. Porque solo hay que ver un ratito la tele para darse cuenta de que a los que mandan en este país, los que de verdad mandan, solo hay una cosa que les da miedo: Podemos y Pablo Iglesias. Parece que lo demás lo tienen controlado.
Los que mandan en este país, los que realmente mandan, hace tiempo que han seleccionado cuidadosamente los flancos de ataque que creen que funcionan mejor contra Podemos. Da igual que sea falso o verdadero, da igual que sea contradictorio, da igual que sea ridículo: la culpa la tiene Pablo Iglesias.
La financiación de Venezuela, Catalunya, la cuidada administración del desánimo, el generoso patrocinio de las disensiones internas... Sin límite. Da igual que haya que apoyar a la vieja organización criminal de Villarejo y sus secuaces mediáticos y judiciales. Da igual destrozar el prestigio de todas las encuestadoras subiendo o bajando a los candidatos en las encuestas para crear decepción antes o después de las elecciones, tener que ver ahora a Manuel Valls ofreciéndose a salvar Barcelona del independentismo apoyando a los otrora traidores a su macilenta idea de patria, esa patria privatizada de bandera desvaída, con su macho cabrío legionario, su paraíso fiscal de pulsera y el imprescindible cohecho impropio con carajillo.
El que miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia desea o espera oír
Las mentiras —dice Arendt— resultan a veces mucho más plausibles, mucho más atractivas a la razón, que la realidad, dado que el que miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia desea o espera oír.
La realidad no necesita ser alterada u ocultada todo el rato, pero hay momentos 'históricos' donde la pugna solamente es la construcción de un relato, y ahí da igual que sea verdad o mentira, simplemente hay que adivinar y servir en bandeja de plata lo que los dueños de los medios y los grandes poderes necesitan hacer, pero sobre todo contar.
Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales han sido malos. Mucho peores que los de las generales. Y, claro, la culpa es de Pablo Iglesias. No hay que ser un gurú de la comunicación para imaginarse las críticas a Pablo iglesias si los candidatos autonómicos hubieran sacado mejores resultados que él. Pero da igual.
Ahora el relato es otra vez el de las disensiones. Debe funcionar bastante bien. No hay 'crítico' que no tenga su espacio. Da igual el nombre propio… Mientras los movimientos sociales se quejan del telón de acero mediático que cae contra cualquier reivindicación social y laboral, no hay nadie que se apreste a criticar a Pablo Iglesias que no tenga su primera plana y su alcachofa en TV. Por no hablar del Partido de la Izquierda Más Nueva y su propuesta de constituir la tercera pata del Taburete del Ibex con el nuevo PSOE y el nuevo Cs.
Aquí lo que importa es que la culpa es de Pablo Iglesias… Y a eso se amoldan audaces críticos, tertulianos a tarifa y empresas de demoscopia
Seguro que la dirección de Podemos ha cometido errores, seguro que hay que revisar la gestión territorial, seguro que hay gente que ha primado la victoria sobre el enemigo interno que la unión de todos contra los poderosos. Pero aquí lo que importa es que la culpa es de Pablo Iglesias… Y a eso se amoldan audaces críticos, tertulianos a tarifa y empresas de demoscopia.
El calendario es implacable y otra vez volvemos a negociar el Gobierno. La retórica y la mentira van de la mano. Pero si algo deberíamos haber aprendido en Madrid es que cuando no haces de verdad políticas para cambiar la vida de las mayorías, cuando le das más importancia al márquetin y a la retórica que a las políticas públicas y la creación de derechos, cuando pretendes competir en el campo de batalla de la estética y la retórica, entonces gana la retórica… pero la de la derecha. Y con ella sus políticos que —como nunca han gobernado para la gente— de retórica saben un rato.
Terminadas las campañas electorales y definidas las estrategias, llega el momento de la verdad. Las presiones están sobre la mesa. Ciudadanos tiene que decidir si vuelve a su papel de concubina del Ibex o intenta de nuevo el asalto a un PP empeñado en desangrarse en el proceso de transfusión a la anémica ultraderecha de Steve Bannon.
Pero es el PSOE el que debe tomar las principales decisiones: ser responsable con el mandato de las urnas y constituir un Gobierno que sea el referente de la España real de sus gentes, de sus mujeres valientes, de sus jóvenes precarios, de sus pensionistas hartos de ser moneda de cambio con la CDU alemana, que sea el Gobierno de la pluralidad democrática, del diálogo territorial y la regeneración democrática, el Gobierno que trate a la sociedad española como una sociedad adulta… O si prefiere volver al tacticismo del viejo PSOE que intercambia votos de izquierdas por puestos en los consejos de administración a través de hacer políticas al dictado de los que mandan.
Y ahí Unidas Podemos es la prueba del nueve de la regeneración en el PSOE. Dijimos que seríamos garantía del cambio en este país y vamos a cumplirlo. Que a nadie le extrañe que vuelvan, como golondrinas primaverales, los ataques a Pablo iglesias, el altavoz a sus 'críticos', las banderas desvaídas y el dinero a las cloacas.
Unidas Podemos es la prueba del nueve de la regeneración en el PSOE. Dijimos que seríamos garantía del cambio y vamos a cumplirlo
Unidas Podemos debe ser garantía de estabilidad dentro de un Gobierno de cambios materiales en las condiciones de vida de la gente. Para hacer retórica patriotera sobre el cambio, la democracia y la importancia de las magdalenas en la nueva derecha o izquierda amables, hay cola llamando a la puerta de Pedro Sánchez. Tanto los vendedores de banderas como los que hacen magdalenas tendrán siempre el aplauso de los opinadores por horas.
Claro que las críticas tendrán su momento y deben ser bienvenidas para mejorar una organización que necesita todavía empezar a crecer y hacerse fuerte en los territorios. Pero no nos engañemos: solo si cambiamos las cosas de verdad tendremos de verdad los apoyos de la gente, solo si tratamos a la ciudadanía como adulta responderá como adulta, solo si limpiamos este país podremos tener una Administración al servicio de los que la pagan.
Pero si el PSOE opta por abrir la puerta otra vez a los famosos significantes vacíos, al tacticismo de dividir a las organizaciones y al juego de asustar a la ciudadanía para mercadear su miedo en los consejos de administración, debe saber que por esa puerta no solo vendrán las felicitaciones del Ibex cargadas de magdalenas, sino también —detrás— el tripartito de Aznar cargado de monstruos.
*Gloria Elizo, diputada de Unidas Podemos y vicepresidenta primera del Congreso. Fuente: elconfidencial.com

miércoles, 1 de mayo de 2019

Gobierno estable y de izquierdas

Desde el Círculo de PODEMOS-PRADO DEL REY, reproducimos este artículo de prensa publicado en El País por el compañero Pablo Iglesias.

     Gobierno estable y de izquierdas     

Un Ejecutivo en solitario empujaría a Pedro Sánchez a apoyarse en la derecha en muchas cuestiones.


Miembros de Unidas Podemos durante una rueda de prensa tras conocer los resultados de las elecciones generales.
Miembros de Unidas Podemos durante una rueda de prensa tras conocer los resultados de las elecciones generales.  GETTY IMAGES)

Las elecciones dejan un escenario en el que los acuerdos serán imprescindibles para afrontar, desde la izquierda, los grandes desafíos a los que se enfrenta España; la justicia social, nuestro modelo de desarrollo en la Unión Europea y la plurinacionalidad.
Hay que felicitar a Pedro Sánchez por el respaldo recibido. Aunque en porcentaje es el tercer peor resultado del PSOE desde las elecciones de 1977, estamos en un contexto muy diferente al de la época del bipartidismo donde las mayorías absolutas o casi absolutas y los Gobiernos de partido único eran lo normal. Con una campaña basada en señalar el peligro (absolutamente real) de que hubiera un Gobierno apoyado en la ultraderecha, el PSOE ha obtenido 7,5 millones de votos y un 28,7%. Nuestro 14,3% sitúa a las formaciones progresistas de ámbito estatal en el 43% de los votos, casi a la par en votos respecto a las derechas estatales y sus confluencias, pero con más peso parlamentario (165 frente a 149) gracias a un sistema electoral que, en esta ocasión, ha favorecido al PSOE.
Los partidos de ámbito vasco y catalán han obtenido un respaldo amplio. ERC ha cosechado un resultado histórico y la antigua Convergència se ha mantenido. En Euskadi, tanto el PNV como la izquierda abertzale han recuperado apoyos importantes. Los resultados en Euskadi y Cataluña dan fe de la realidad plurinacional y hay muchos partidos de ámbito autonómico que han vuelto a obtener representación.
Estos resultados nos hablan de una España muy diversa en lo ideológico, en lo identitario, en la relación rural-urbano y en la relación centro-periferia.
Respecto a nuestros resultados, debemos hacer autocrítica. La gestión de nuestras crisis internas seguramente ha hecho que muchos ciudadanos que nos apoyaron en el pasado no lo hayan hecho esta vez. Por otra parte, el trabajo paciente y continuo que, al menos desde 2015, han hecho las cloacas y sus brazos mediáticos ha tenido también su peso. Por último, la excepcionalidad catalana y el surgimiento de Vox parece que han empujado a electores que en el pasado nos apoyaron a optar en Cataluña por un voto identitario y por un voto al PSOE como freno a Vox en otros lugares del Estado. Con todo, gracias a una gran campaña y a un suelo rocoso de votantes, hemos derrotado a los sondeos que auguraban nuestra debacle y contamos con fuerza suficiente para cumplir los objetivos con los que nos presentamos a las elecciones: frenar a la derecha y formar parte del próximo Gobierno garantizando así que sea estable y de izquierdas.
¿Por qué la presencia de Unidas Podemos es imprescindible para que el Gobierno sea estable y de izquierdas?
Un Gobierno sostenido solo por los 123 escaños del PSOE tendría enfrente al menos los 149 escaños de la derecha estatal. Eso no solo generaría inestabilidad sino que empujaría a ese eventual Gobierno de Sánchez a apoyarse en la derecha en muchas cuestiones como la legislación laboral o la actualización de pensiones y no digamos ya en la gestión de los problemas derivados de la plurinacionalidad y específicamente del conflicto catalán.
El Banco Santander (accionista de varios medios de comunicación) y la CEOE se han apresurado a presionar a Sánchez para que llegue a un acuerdo con Ciudadanos. Esa posibilidad, tras las elecciones autonómicas y municipales, no es descartable (Sánchez ya llegó a un acuerdo de legislatura con ellos en 2016) pero podría frustrarse si Rivera opta definitivamente por liderar una derecha parlamentaria dura o si la militancia del PSOE, que es de izquierdas, hace valer su peso (“Con Rivera, no”).
En este contexto, como ya han adelantado algunos dirigentes socialistas, Pedro Sánchez deseará un Gobierno de partido único que le permita contentar a los poderes económicos y a la CEOE y que le asegure contar con apoyos mediáticos amplios, incluido el de algunos medios supuestamente progresistas. El problema es que no cuenta con escaños suficientes para lograr ese Gobierno ni con argumentos para defenderlo en la izquierda, ya que en la práctica sería también un Gobierno que sostendría muchas de sus medidas en la derecha.
Los resultados del 28A hablan de una España muy diversa en lo ideológico, en lo identitario y en la relación rural-urbano
Ante ello, nuestro compromiso con nuestros electores y con la mayoría social progresista solo nos da una opción: ser garantía de estabilidad y de políticas que defiendan la justicia social y el diálogo, desde el Gobierno. Con la fuerza de nuestros escaños y con nuestras propuestas programáticas, vamos a trabajar para convencer al PSOE y a Pedro Sánchez de que lidere un Gobierno de coalición, estable, de izquierdas y dialogante, siguiendo el modelo valenciano (que Ximo Puig asume repetir con tres formaciones gobernando) y el de otras comunidades, que se convierta en un referente progresista en la Unión Europea donde, por cierto, los Gobiernos de coalición son frecuentes. En las próximas semanas tendremos que hablar con el PSOE de justicia fiscal, de políticas económicas feministas, de pensiones garantizadas, de servicios públicos, de transición energética, de límites a la temporalidad, de vivienda, de derechos y libertades, de diálogo en Cataluña y, finalmente, de las personas y los equipos necesarios para garantizar esas políticas. Nuestra experiencia tras el acuerdo de Presupuestos nos enseñó que un buen acuerdo programático no tiene garantías de llevarse a cabo con un Gobierno de partido único.
Habrá grandes presiones de los poderes económicos y de sus aparatos mediáticos para torcernos el brazo pero, frente a ellas, nos reuniremos con sindicatos, con organizaciones feministas y ecologistas, con las plataformas y colectivos que defienden la sanidad y la educación pública y con movimientos sociales. Su empuje será fundamental para que en España haya un Gobierno estable y de izquierdas, que es lo que desea una amplia mayoría de votantes progresistas.
Ese electorado progresista, deseoso de un Gobierno que garantice la justicia social, debe saber que nuestro compromiso y nuestra coherencia, vengan las presiones que vengan, serán como una roca.
Pablo Iglesias es secretario general de Podemos.

Fuente: elpais.com




lunes, 1 de abril de 2019

Siguen aquí, pero ahora su preocupación les delata

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Están aquí. Siempre lo han estado. Tienen informes actualizados, amigos políticos, compañeros policías, periodistas dispuestos a todo... Lealtades grises de cloaca forjadas sobre el miedo y la mordida, sobre esa confianza que solo ofrece la complicidad delictiva: se ayudan, se traicionan, se sacan los trapos sucios, se salvan... Saben que no pueden dejarse caer. Siempre se salvan.

Están aquí. Desde hace décadas. Se han hecho fuertes. Tienen a los jefes de Seguridad de todas las empresas; a entidades financieras dispuestas a extender los mejores cheques; a corporaciones industriales dispuestas a ofrecer las mejores puertas giratorias. Tienen a los mejores jueces convertidos en abogados, la mejor legión de fiscales que se adhieren a la defensa, a la colección de periodistas más vehemente publicando mentira tras mentira mientras su ruidosa jauría de tertulianos repite a voces su coartada.


Están aquí. Llevan muchos años dentro y fuera. Son financieros, periodistas, policías, empresarios, inversores, magistrados, banqueros, ministros, diputados… Se conjuraron para que la democracia no les afectara. Para no pagar impuestos. Para no aguantar sindicatos. Para estar más allá de la ley. Para que ese juez supiera con quién estaba hablando.


Están aquí y son peligrosos. Lo saben todo de ti porque tienen acceso a todo y pueden hacer lo que quieran. Reyes o pringados, todos les tienen miedo porque todos les deben algo. Si tienes poder o dinero quizá puedas contratarlos para sacarte de algún apuro. Ellos pueden trabajar por encargo: un día robar móviles para forzar un gobierno y otro acuchillar a una mujer para tapar una infidelidad; crear una cuenta en Granadinas o encarcelarte por un delito que jamás cometiste.

Están aquí para robar, para robar sobre todas las cosas. Para robar de los fondos reservados, de las privatizaciones, de las adjudicaciones. Para robarnos y luego blanquear lo robado, para robar a manos llenas mientras los partidos sensatos miran para otro lado, preocupados por los bancos que les financian, las reuniones de sus líderes con el poder y el trato amable que les dispensan los grandes medios.

Están aquí, un poco preocupados... Por la gente, los medios alternativos y las redes sociales. Por esa juventud que cada vez se traga peor la pastilla del bipartidismo, por esos jubilados que protestan y esas mujeres que salen a la calle. Les preocupa que miles de personas honradas dejen de creerse sus campañas o que haya cada vez más funcionarios que se niegan a hacer la vista gorda. Que millones de trabajadores y trabajadoras –que levantan cada mañana este país– estén cada vez más hartos de pagar la fiesta de un régimen repleto de agujeros negros que nunca salen en sus telediarios.

Siguen aquí. Leyendo este artículo, preparando su coartada, pidiendo el penúltimo escrito a su abogado y la siguiente consigna al tertuliano. Y sí, les preocupa Podemos, que no se hunde ni poniendo en las encuestas todo el peso de su influencia, ni con más Venezuela, ni con más mentiras. Les preocupa Pablo Iglesias y esa manía de no deberle nada a nadie.

Están aquí, sí. Pero nosotras también estamos. A veces no hay más heroísmo que el de seguir adelante diciendo la verdad. Seguir adelante sin precio y sin miedo atravesando sus mentiras, sus querellas y sus montajes.

Seguir adelante al igual que periodistas valientes, policías comprometidos, fiscales profesionales, jueces honestos, políticos honrados.

Un puñado de gente normal que no es capaz de mirar para otro lado y que siente detrás la esperanza de una ciudadanía nueva que no posee bancos, ni televisiones ni grandes despachos de abogados… pero no está dispuesta a tolerar que nos digan otra vez que no estamos preparadas para asumir la verdad de lo que nos ocurre, porque creemos –como se creen las cosas que nos cambian la vida– que este país, de verdad, es nuestro. De todas y de todos. Y que su futuro nos pertenece.

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Gloria Elizo es secretaria de Acción Institucional de Podemos.

Acta del Círculo de PODEMOS- Prado del Rey (TM11102601).  Prado del Rey Cádiz. Prado del Rey 1 de junio 2020. Reunida la asa...

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